José Antonio Aparicio – Secretario de Ciudades de la C.E.P.
Que ni decirlo del todo quiere ni a taparlo acierta. Cose doña Isabel (Nieto, concejala de Urbanismo) con pespuntes ciclotímicos: lo mismo es capaz de bordar con hilo fino las bondades cooperantes de Pedro Benzal, delegado de Cultura de la Junta, con motivo del acuerdo hace unos días en la reforma del Salón, que dar cuatro hilvanes de hilo talabartero y acusarle ayer (a él y a toda la Junta de Andalucía) de “desleal con la ciudad, con los intereses de la ciudad”, que a duras penas cabe confundir con los de doña Isabel y su partido, que no es lo mismo, pero que ella identifica, marcando primero los últimos y tratando de hacer coincidentes luego los primeros.
No es buena costurera: el Plan Albayzín (objeto de su última recriminación gallarda) lo canta todo otra vez: es un remiendo de lienzos viejos (su planimetría tiene 18 años) y de hilvanes deshilachados (objetivos disparatados). Y eso lo tiene que arreglar quien lo lleva zurciendo seis años y lo presenta como a estrenar y no quien lo aprueba o no en un rato. Con el ‘plan de obras y empleo ZP’ su costureo es todavía más lerdo. Llamémosle por su nombre: sabotaje (hasta donde se pueda, claro, que de poner en peligro la buchaca de 41.805.867 euros, que le van a permitir lavar la cara de sus incumplimientos añejos, nada de nada).
Los pespuntes vienen de atrás: el 3 de diciembre, nada más ponerse en marcha, declaraba que había que ser cauta por si “esa partida que destinará el Gobierno no acaba siendo un mero titular de prensa”, en contraposición a lo que decían la mayoría de los alcaldes, preocupados por pensar en qué invertir, incluido el de Cájar, también del PP, Fidel Prieto, que entonaba con el sentir más común: “vamos a terminar zonas verdes… y también arreglaremos arquetas e iluminación”. Su reprobación le costaría. No cayó doña Isabel –o sí, pero le da igual– en que ese mismo día la prensa noticiaba los presupuestos municipales con titulares coincidentes: “El Ayuntamiento sube el gasto social pero rebaja a la mitad las inversiones en barrios” o “El Ayuntamiento reduce en más de un 40 % las inversiones en la ciudad”.
Claro que a renglón seguido, pero esto ya sin decirlo, puso en marcha la hurona de rescatar proyectos, sin importar que cumplieran o no con el primero de sus requisitos (no estar incluidos en presupuestos municipales), hasta el punto de colar entre los 97 aprobados el de la plaza del parking del Violón por importe de 1.232.017 euros, cuyo exceso (332.017), sobre los 900.000 a que está obligada la constructora del mismo, destinará un día a no se sabe qué, y mucho menos a dónde irán los sobrantes de una obra dos veces financiada. Y siguió: sacó a licitación los primeros, a los que concurrieron 70 empresas, y sorpresivamente sólo 2 de las 21 adjudicaciones llevaban consigo la contratación de nuevos trabajadores, siendo sin embargo el primer criterio de adjudicación.
Ella había decidido que entre los criterios de selección estuviera por delante el de la rebaja del precio de ejecución, sin enunciar por qué (aunque se delata con muy poca indagación), dado que lo son a precio cerrado y por cuenta del Estado. Extrañando que se trate de ahorrarle a terceros, no tardaremos mucho en saber el destino doméstico de las rebajas. Y por último –hasta ahora–, licitadas y adjudicadas, doña Isabel ha decidido que no empiece ninguna hasta que estén los dineros contantes y sonantes, con lo que su filigrana obstructora es de superior y grueso calibre.
Sería la primera vez que el Ayuntamiento esperase a tener los billetes de a 500 en sus manos para empezar una obra. Con la certificación del Interventor de la existencia de crédito (que no billetes apartados) ha sido siempre suficiente; las certificaciones por parte del Estado se concedieron el 23 de enero pasado. Y más, la propia doña Isabel no sólo ha licitado, adjudicado y empezado obras sin tener los billetes rejuntados, sino que se han acabado y las ha recepcionado sin poner un duro: están sin pagar. Más creíble hubiera sido retrasarlas porque, por ejemplo, no estaban realizadas las cartelas o porque –hubiera sido más sincero– le rebotaba mucho tener que incluir en ellas al Gobierno de España. Acabará aduciéndolo. Ya verán como sí.
Publicado en La Opinión de Granada. 12 de febrero de 2009